Cuando Jesús
llamó a Sus discípulos para que lo siguieran, Su intención era que comenzaran
una travesía en la cual lo buscaran con pasión. Los seguidores de Cristo han
sido lanzados a una trayectoria cuyo objetivo es acercarse cada vez más a Él.
No obstante, en el proceso, solemos distraernos y sucumbir ante el poder de
atracción de cosas seductoras, aunque menos importantes. Cuando pasa esto,
dejamos de ir en busca del Señor y comenzamos a dar vueltas alrededor de
objetivos que, al final, están vacíos y no satisfacen.
El Salmo 63
es la cura para las vidas atrapadas en órbitas sin sentido. David buscó a Dios
porque sabía que sólo Él podía satisfacer sus profundos anhelos. Dijo: «Mejor
es tu misericordia que la vida» (v. 3). El gozo de la presencia del Señor
llenaba cada instante de su vida; por eso, agregaba: «Cuando me acuerde de ti
en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche» (v. 6). David
sabía que el gozo y el propósito verdadero no proceden de admirar a Dios desde
lejos, sino de buscarlo con dedicación.
¡Retomemos
el curso y procuremos andar cada vez más cerca del Señor!
Cuanto más cerca caminas del Señor, menos lugar queda
para que se interpongan otras cosas. (RBC)