El autor del Salmo 93, que
escribió sus palabras en una época cuando gobernaban reyes, sabía que, en
definitiva, Dios es Rey por sobre todos. «Jehová reina», declaró. «Firme es tu
trono desde entonces; tú eres eternamente» (vv. 1-2). Por más altas que sean
las olas y furiosas las inundaciones, el Señor sigue siendo mayor que todo.
El rugir de las cascadas es
ciertamente majestuoso, pero es muy distinto estar en medio de las aguas que corren
a toda velocidad hacia ellas. Quizá hoy estés en una situación así. Los
problemas físicos, financieros o relacionales amenazan con ser cada vez peores
y te sientes como si fueras a caer por las cataratas. En situaciones
semejantes, los creyentes tienen Alguien a quien acudir: el Señor «que es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos
o entendemos» (Efesios 3:20), porque es mayor que todos nuestros problemas.
Nunca
midas el poder ilimitado de Dios según tus limitadas expectativas. (RBC)