Los israelitas estaban agobiados. Los
babilonios los habían llevado cautivos y obligado a vivir en una nación lejos
de su tierra. ¿Qué podía ofrecerles el profeta Isaías a estas personas
cansadas, para ayudarlas?
Les comunicó una profecía de esperanza:
un mensaje de Dios referente al Mesías prometido. En Isaías 50:4, el Salvador
en persona describió el descanso y la consolación que un día Él mismo traería:
«El Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado».
Estas palabras de solaz tenían un
destino doble: aquellos exiliados y las generaciones futuras cuyas vidas
experimentarían el toque de la compasión de Cristo. En los Evangelios, vemos
que Jesús cumplió esa profecía expresando «palabras al cansado». A las
multitudes que lo seguían, les declaró: «Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). ¡Qué palabras tan
compasivas!
Jesús nos dejó un ejemplo de cómo
ayudar a las personas cansadas y agobiadas. ¿Conoces a alguien que necesite una
oportuna palabra de estímulo o el oído atento de un amigo que muestra genuino
interés? Una palabra de consuelo para el cansado puede hacer mucho bien.
Se necesita compasión para sanar las heridas de los demás. (RBC)