Es fácil dar por sentadas todas las bendiciones materiales y espirituales que Dios nos ha concedido. Por eso, es necesario detenernos y recordar que las Escrituras dicen que el Señor es el verdadero dueño de todo lo que poseemos: «… todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos» (1 Crónicas 29:11). Incluso nuestro cuerpo no nos pertenece: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, […] y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio…» (1 Corintios 6:19-20).
Y 1 Timoteo 6:17 nos recuerda: «Dios […] nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos». ¡Qué inmenso torrente de bendiciones poseemos! No menospreciemos nunca la bondad de nuestro Padre, sino utilicemos con sabiduría y gratitud lo que Él nos ha dado.
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Dios nos bendice para que nosotros lo glorifiquemos.(RBC)