Muchas veces nos preocupamos por decepciones insignificantes que nos llevan a rezongar y a quejarnos, en vez de concentrarnos en las cosas hermosas que Dios coloca en nuestra vida, entre las cuales se destacan Su amor y salvación eternos. Cuando nos quejamos por las pequeñas insatisfacciones de la vida, es como si estuviésemos diciendo: «¿Y el gorro de Juani?».
Pablo escribió: «Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). Quizá no estemos agradecidos por cada cosa que se nos cruza en el camino, pero sí podemos dar gracias en todo. Tal vez sea difícil dar gracias cuando se pierde el trabajo o la salud se deteriora, pero podemos agradecer por las bendiciones que el Señor nos ha dado en este mundo y por la vida eterna que nos espera.
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En vez de preocuparnos por nuestros problemas, alabemos al Señor por Sus bendiciones.(RBC)