Durante la celebración del Año Nuevo chino se
acostumbra usar ciertas palabras, tanto impresas como en las conversaciones.
Hay una que suele utilizarse sola: es la palabra plenitud, que significa
«abundancia de». Se la emplea para desearle prosperidad material a alguien para
el año que va a comenzar.
Antes de que entraran en la tierra prometida,
Moisés les contó a los israelitas sobre la riqueza y la prosperidad que
encontrarían allí (Deuteronomio 8:7-9). Tendrían todo lo necesario y aún más,
pero les advirtió sobre el peligro de olvidar que Dios, Aquel que los había
sacado de Egipto y protegido durante el viaje, era el que les había dado esa
abundancia (v. 11). Por eso, Moisés les ordenó: «… acuérdate del Señor tu Dios,
porque él te da el poder para hacer las riquezas» (v. 18).
Desde luego, «riquezas» no se refiere solo a
cosas materiales. Todo lo que tienes le pertenece a Dios. Nuestro Señor
Jesucristo les dijo a sus discípulos: «… yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Nosotros también podemos ser tentados a
olvidar que es el Señor el que nos ha bendecido y suplido nuestras necesidades.
Nuestra vida será plena y abundante, y estaremos satisfechos solo cuando
estemos en comunión con Jesucristo.
Jamás permitas que
las abundantes dádivas de Dios te hagan olvidar del Dador. (RBC)