El apóstol Pablo veía grandes posibilidades
de servir en sus experiencias de la vida. Usaba las puertas que Dios abría para
testificar de Cristo. Cuando lo arrestaron en Jerusalén y se presentó ante el
gobernador Félix, aprovechó la oportunidad para proclamar el evangelio (Hechos
24:24). Mientras Silas y él estaban presos, le hablaron del evangelio al
carcelero filipense (Hechos 16:25-34). Y, posteriormente, Pablo utilizó su
encarcelamiento en Roma como una ocasión para estimular la fe de los creyentes
en Filipos (Filipenses 1:12-18).
Cuando le escribió a la iglesia de Corinto,
el apóstol les dijo a los creyentes que quería visitarlos y pasar un tiempo con
ellos, pero que debía quedarse en Éfeso porque se había presentado una
oportunidad de ministrar allí: «Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque
se me ha abierto puerta grande y eficaz…» (1 Corintios 16:8-9). Además, hizo
partícipes a los demás al pedirles que oraran para que se le abrieran puertas y
para poder hablar claramente de Cristo (Colosenses 4:3).
Pídele a Dios que te muestre oportunidades
para servirlo. Es probable que te sorprendas de lo que se presente ante tus
ojos.
Dios escribe
oportunidad en un lado de la puerta y responsabilidad en el otro. (RBC)