A veces, esta clase de declaración de parte
de un atleta puede malinterpretarse. Puede dar a entender que si estoy
compitiendo contra ti en un deporte y Dios me ayuda, inevitablemente ganaré.
Pero si vamos al Salmo 118:5-6, el escritor nos ofrece el cuadro verdadero de
lo que significa esta frase: «Desde la angustia invoqué al Señor, y me
respondió el Señor, poniéndome en lugar espacioso. El Señor está conmigo; no
temeré lo que me pueda hacer el hombre».
La idea de la frase «el Señor está conmigo»
(v. 6) es que, cuando surgen problemas en nuestra vida, Dios, que está lleno de
misericordia y amor (un amor que «perdura para siempre», v. 4), estará
permanentemente atento a nuestra situación y nos protegerá como sea necesario.
No hace falta ser un campeón olímpico para
valorar esta clase de atención divina. Esto es lo que necesitamos cuando hay
problemas con la economía y nuestras finanzas se ven afectadas. Es lo que
precisamos cuando se termina una relación interpersonal apreciada. Sin importar
cuál sea tu situación, como seguidores de Cristo sabemos dónde encontrar ayuda.
«El Señor está conmigo».
En medio de cada
prueba, Dios está de nuestro lado. (RBC)