Fue un momento clave de decisión para el
joven. ¿Debía obedecer lo que le había pedido su jefe que hiciera o simplemente
haría lo más fácil?
Todos hemos estado en situaciones donde
tuvimos que tomar una decisión. El apóstol Pablo animó a sus compañeros
creyentes a obedecer, aun cuando nadie estuviera mirando: «Siervos, obedeced en
todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren
agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios» (Colosenses
3:22).
Hacer lo correcto no debe depender de que
nuestro jefe esté cerca ni de que otra persona esté observando. Ser obediente
no siempre es sencillo ni conveniente. Pero es lo correcto.
Recuerda: «… al que sabe hacer lo bueno, y no
lo hace, le es pecado» (Santiago 4:17).
Nuestro carácter se mide por lo que hacemos cuando nadie
nos ve. (RBC)