Vemos un paralelismo entre su historia y
nuestra vida espiritual. Tal como Rick estaba supeditado a su padre, así también
nosotros dependemos de Dios para completar nuestra carrera.
Cuando nos esforzamos para vivir una vida que
agrade a Dios, nos damos cuenta de que, a pesar de nuestras mejores intenciones
y determinación, solemos tropezar y no llegar a la meta. Solamente con nuestra
fuerza, es imposible. ¡Ah, cuánto necesitamos la ayuda del Señor! Y está a
nuestra disposición. Pablo lo expresa con estas profundas palabras: «… ya no
vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios…» (Gálatas 2:20).
No podemos terminar la carrera sin ayuda.
Tenemos que hacerlo dependiendo del Señor Jesucristo que vive en nosotros.
La fe conecta nuestra
debilidad con la fortaleza de Dios. (RBC)