Algunas personas parecen tener una clase
diferente de «amnesia de carácter». Cuando enfrentan un dilema, parecen
«olvidarse» de cuál es el proceder correcto y, en su lugar, escogen la salida
más fácil.
Dios dijo que Job era «hombre perfecto y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:8). Permitió que Satanás le
quitara todo lo que tenía: hijos, riqueza y salud. Sin embargo, a pesar de esas
circunstancias que le desgarraron el corazón, Job se negó a maldecir a Dios.
«En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno» (v. 22).
Satanás había contradicho la afirmación del Señor respecto al carácter
impecable de Job, pero se comprobó que estaba equivocado.
¿Amnesia de carácter? No. El carácter es lo
que somos; no es algo que «olvidamos». Los que pierden el carácter lo hacen a
propósito.
Cuando la riqueza se
va, se pierde poco; cuando se va la salud, algo; pero si se va el carácter,
¡todo está perdido! (RBC)