Cuando permitimos que el pecado llene nuestro
corazón, también desbordará en nuestra vida. Lucas 6:45 dice que «… el hombre
malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo…». Lo que hablamos brota «de la
abundancia del corazón».
¿Qué tal si quitáramos de nuestro corazón la
basura del pecado antes de que empiece a desbordar cuando interactuamos con los
demás? ¿Y si nos despojáramos de nuestra amargura, del orgullo empedernido y el
enojo furioso? (Efesios 4:26-32). Primera Juan 1:9 nos recuerda que «si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad».
Una trituradora de papel está diseñada para
ser un cesto de basura. ¡Tú y yo no!
Confiesa tus errores… ¡de todos modos, no puedes
esconderlos de Dios! (RBC)