La tenacidad siempre tiene un lugar en la
vida; en especial, cuando está arraigada en nuestra fe en Dios y en el amor a
los demás. El libro de Rut comienza con tres mujeres unidas por la tragedia.
Después de la muerte del esposo y de los dos hijos de Noemí, ella decidió
volver a su casa en Belén e instó a sus nueras viudas a quedarse en su tierra,
Moab. Orfa se quedó, pero Rut se comprometió a ir con su suegra: «Tu pueblo
será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (Rut 1:16). Cuando Noemí vio que ella estaba
«tan resuelta a ir con ella» (v. 18), empezaron el viaje juntas.
La obstinación tiene sus raíces en el
orgullo, pero la entrega brota del amor. Cuando Jesús fue a la cruz, «afirmó su
rostro para ir a Jerusalén» (Lucas 9:51). En su determinación a morir por
nosotros, encontramos la decisión de vivir para Él.
El amor exige
compromiso. (RBC)