A
veces, tal vez sintamos como que Jesús nos está haciendo eso. Confiamos en que
estará con nosotros en los altibajos de la vida. Sin embargo, cuando las cosas
dan un giro inesperado y nos dejan golpeados y heridos, quizá nos parezca que el
Señor se fue y dejó que nos cayéramos y que el dolor nos invadiera.
Pero
Lamentaciones 3 nos recuerda que «por la misericordia del Señor no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias» (v. 22), y que Él es fiel
hasta el final, aun cuando todo parezca estar desmoronándose. Esto significa
que, en medio de nuestro dolor, aunque tal vez nos sintamos solos, no lo
estamos. Y aunque no percibamos su presencia, ¡el Señor está a nuestro lado,
como nuestro compañero confiable que nunca se irá ni nos dejará!