A medida que avanzamos en la vida, es fácil
olvidarse de lugares, personas y acontecimientos que fueron importantes para
nosotros. El tiempo pasa, los ayeres se desvanecen y nos obsesionamos con las
preocupaciones del momento. Cuando esto sucede, también podemos olvidar lo
bueno que Dios ha sido con nosotros. Quizá por eso, David recordó esto al
escribir: «Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Salmo
103:1-2).
Los momentos en que es más necesario recordar
estas cosas son aquellos en los cuales las dificultades de la vida nos inundan.
Cuando nos sentimos abrumados y olvidados, es importante recordar todo lo que
el Señor ha hecho a nuestro favor. En esos recuerdos, encontramos el estímulo
necesario para confiar en Él, hoy y en el futuro.
Recordar que Dios fue
fiel en el pasado nos fortalece para el futuro. (RBC)