Mientras estaba allí sentado, pasó un
automóvil por el camino, frenó y se detuvo. La mujer que conducía bajó la
ventanilla y le preguntó si estaba bien. Él le explicó lo sucedido y le dijo
que estaba esperando que sus amigos regresaran. La mujer le dijo: «Entra al
auto; te llevaré de regreso adonde estás hospedado». El hombre fue cojeando
hasta el auto y abrió la puerta. ¡Entonces se dio cuenta de que su conductora
era la reina Isabel!
Por más impactante que pueda ser recibir
ayuda de la reina de Inglaterra, tenemos una oferta aun más increíble. El Dios
creador del universo desciende a nuestro mundo, ve nuestros problemas y ofrece
sus recursos para ayudarnos. Como afirma el salmista con confianza: «Dios es
[…] nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1). Nuestro Salvador
nos ayuda al darnos su gracia para soportar, su Palabra que nos sustenta,
amigos para alentarnos y orar por nosotros, y la seguridad de que Él utilizará
todas las cosas para nuestro beneficio espiritual.
La próxima vez que te sientas varado en el
camino de la vida, busca a tu Ayudador.
¡Regocíjate! ¡Tu Dios
es un Rey auxiliador! (RBC)