Algunos residentes de los alrededores
quedaron devastados cuando se desmoronó. Una mujer declaró: «Crecí pensando que
alguien me cuidaba. Ahora me siento más desprotegida».
A veces, una presencia confiable desaparece.
Algo o alguien de lo cual hemos dependido no está más, y nuestra vida se
estremece. Tal vez sea la pérdida de un ser querido, de un trabajo o de la
salud. Esa pérdida nos hace sentir inestables. Incluso, es probable que
pensemos que Dios ya no está cuidándonos.
Sin embargo, «los ojos del Señor están sobre
los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos» (Salmo 34:15); «cercano
está el Señor a los quebrantados de corazón» (v. 18). Él es la Roca de cuya
presencia podemos depender siempre (Deuteronomio 32:4).
La presencia de Dios es real. Él está
cuidándonos permanentemente. Es una roca sólida.
La pregunta no es
dónde está Dios, sino dónde no está. (RBC)