Mi oficina está en el piso de abajo,
pero suelo subir a otras habitaciones de la casa por una cosa o por otra. Por
desgracia, cuando llego arriba, suelo olvidar lo que planeaba hacer allí. El
investigador Gabriel Radvansky propuso una explicación para este fenómeno. Nos
dice que una puerta sirve de «límite entre eventos».
Después de llevar a cabo tres
experimentos distintos, elaboró la teoría de que una puerta le señala al
cerebro que la información retenida en la memoria puede archivarse; pero es
frustrante cuando estoy allí parada, intentando recordar por qué subí las
escaleras. Sin embargo, la falta de memoria puede ser una bendición. Cuando
cierro la puerta de mi dormitorio por la noche y me preparo para dormir, es una
bendición olvidar las preocupaciones del día.
Cuando pienso en que Jesús habló de sí
mismo como «la puerta» (Juan 10:7,9), obtengo una perspectiva nueva y valiosa
de esta metáfora. Cuando las ovejas entran en el corral, ingresan a un lugar
seguro, al amparo de ladrones y predadores. Para el creyente, el Gran Pastor es
la puerta entre nosotros y nuestros enemigos. Una vez que entramos al redil,
podemos «olvidarnos» de los peligros y las amenazas; disfrutar del olvido
divino y descansar en la protección del Gran Pastor.