En el libro de Hechos, leemos que Dios usó un terremoto para abrir el corazón de algunas personas al evangelio. Después de ser falsamente acusados, Pablo y Silas fueron encarcelados en Filipos. Cerca de la medianoche, un terremoto retumbó en la prisión, abrió las puertas de los calabozos y soltó las cadenas de los presos. Cuando el carcelero supo que Pablo y Silas no habían tratado de escapar, preguntó: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» (16:30). Ellos dijeron: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa» (v. 31). Esa noche, el carcelero y su familia creyeron y fueron bautizados. Y todo empezó con un terremoto.
A veces, las dificultades de la vida hacen que las personas sean más receptivas al evangelio. ¿Conoces a alguien que esté atravesando una crisis? Comienza a orar, mantente en contacto con esa persona y estate listo para expresarle tu compasión y testificarle de Cristo.


Muchos llegan a tener fe a través de los problemas.(RBC)