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Las palabras de Pablo a los creyentes de Colosas son una enseñanza para nosotros en el día de hoy, al decir que nuestro lenguaje y comportamiento hacia los otros creyentes deberían reflejar la unidad que tenemos en Cristo. Pablo dijo: «y revestido del [hombre] nuevo […], donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos» (Colosenses 3:10-11). En vez de superioridad y favoritismo, deberíamos demostrar misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia los unos a los otros (v. 12). Y, por encima de todas las cosas, tenemos que vestirnos «de amor, que es el vínculo perfecto» (v. 14).
En el cuerpo de Cristo, ninguna raza, nacionalidad ni clase es mejor que otra. Mediante la cruz, Cristo nos ha hecho uno, y nosotros debemos tratarnos mutuamente con honestidad, dignidad y amor.
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El prejuicio distorsiona lo que ve, engaña cuando habla y destruye cuando actúa.