Una fuente define el remordimiento como «un disgusto inteligente y emocional por acciones y conductas personales del pasado». Duele mirar atrás, considerar las decisiones tomadas y, a través de la lente del remordimiento, sentir el peso de nuestros fracasos. Así le sucedió al salmista. Después de un episodio personal de pecado y caída, escribió: «Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia» (Salmo 32:10). En la claridad de la retrospectiva, consideró sabio vivir una vida que busca honrar al Señor; sin necesidad de estar signada por la culpa.
Que nuestras decisiones de hoy no produzcan remordimiento, sino que sean sabias y honren a Dios.
Las decisiones presentes determinan las recompensas futuras.