Quizá tengamos anhelos secretos que son demasiado profundos como para contárselos a otras personas. Puede ser algo relacionado con el matrimonio, con un trabajo que nos gustaría realizar, o con un lugar especial donde querríamos servir. Debemos colocar cada deseo en las manos de Dios y orar, diciendo: «Señor, elige por mí. No lo haré solo».
Génesis 13:1-11 nos dice que Lot decidió por sí solo en cuanto a un deseo que tenía: «Alzó […] sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová […]. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán».
A Lot le pareció mejor la llanura del Jordán, con su rico suelo y su abundante suministro de agua. Sin embargo, la tierra estaba corrompida de maldad (v. 13). Ray Stedman escribió lo siguiente: «Lot, atreviéndose a gobernar su vida, “escogió solo”, y, engañado por lo que vio, trastabilló enceguecido hasta caer en la angustia y el juicio. Abram, por el contrario, se sintió satisfecho al permitir que Dios eligiera por él […]. Abram lo vio en su luz verdadera». Lot eligió solo y perdió todo: su familia, su fortuna y la aceptación de los hombres.
El mejor curso que podemos tomar es dejar que Dios elija y luego seguir Su dirección, teniendo la seguridad de que todas las elecciones de nuestro Padre celestial se generan en Su sabiduría y amor infinitos.
La satisfacción llega cuando deseamos hacer la voluntad de Dios más que la nuestra. (RBC)