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Cuando Lázaro, un amigo íntimo de Jesús, se enfermó gravemente, sus hermanas María y Marta mandaron a avisar al Señor. No obstante, «cuando [Jesús] oyó, pues, que [Lázaro] estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba» (Juan 11:6).
Comentando este pasaje, Oswald Chambers dijo: «¿Dios te ha confiado un silencio; un silencio con un gran significado? […] ¡Piensa en esos días de silencio absoluto en el hogar en Betania! ¿Hay en tu vida algo parecido a aquellos días? […] Su silencio es una señal de que Él está por manifestarse en tu vida de una manera maravillosa. […] Si Dios se ha mantenido en silencio ante ti, alábalo, porque te está introduciendo en el gran sendero de Sus propósitos». Podemos confiar en nuestro Señor amoroso, aun cuando esté en silencio.
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A Dios no le pasa desapercibido ningún servicio para Él. (RBC)