En noviembre, la seguridad de la Casa Blanca fue asombrosamente burlada cuando una pareja ingresó descaradamente en una recepción de estado… e incluso se acercó al presidente de los Estados Unidos lo suficiente como para fotografiarse a poca distancia de él. Por lo general, extensas verificaciones de antecedentes y un escrutinio minucioso de la lista de invitados descartan a quienes no han sido autorizados.
Rara vez pasamos un día en que nuestro acceso a algo no se restrinja de algún modo. Los carteles nos advierten: exclusivo para empleados; no entrar; prohibido pasar; sólo vehículos autorizados. A nadie le gusta que le digan que no es bienvenido, pero lo cierto es que siempre habrá lugares donde nos prohibirán acceder. Estoy agradecido de que Dios no restrinja quién puede acercarse a Él.
Los que acuden al Señor no encuentran carteles de «Prohibido pasar». Mediante la oración, Dios el Padre nos permite acceder inmediata y libremente a Él porque Su Hijo Jesucristo ha abierto el camino para todos los que le reciben (Efesios 2:18). «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados» (Mateo 11:28). «… al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (7:37).
En cuanto crees en Cristo como Salvador, puedes disfrutar de una comunión ilimitada. La puerta está siempre abierta.
Los hijos de Dios siempre tienen acceso a Su trono.