Dios escribe Su firma en cada ocaso y también en cada uno de Sus hijos de manera particular. Nunca me canso de reconocer cuán maravillosamente distinta es cada persona que conozco. La creatividad de Dios no tiene límites, y la variedad de personalidades, de sentidos del humor, de talentos y de preferencias en la música y en los deportes es todo obra de Sus manos.
En el cuerpo de Cristo, podemos ver que los diversos dones espirituales siguen teniendo un vínculo en común y pueden obrar juntos para cumplir los propósitos de Dios y para darle gloria a Él. En 1 Corintios 12:4-6, leemos: «… hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo».
La firma de Dios, que es tan evidente en la naturaleza, también está presente en Su pueblo. Celebremos las diferencias que hacen que cada uno de Sus hijos sea único.
La firma de Dios se ve en Su creación. (RBC)