Jeremías escribió el libro siguiendo el orden de las 22 letras del abecedario hebreo, usando una técnica denominada acróstico alfabético, para ayudar al lector a memorizar más fácilmente los pasajes. No obstante, emplear este método también demuestra que no interrumpió las etapas de su angustia, sino que dedicó deliberada e intencionalmente un tiempo para reflexionar sobre su corazón quebrantado e incluso para escribir cómo se sentía. Se podría decir que aprendió a entristecerse de la A a la Z.
El consuelo divino surgió en medio de su dolor. Al mirar al futuro, los recordatorios de la soberanía y la bondad del Señor le dieron esperanza: «Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias» (Lamentaciones 3:31-32).
Si recientemente has sufrido una pérdida dolorosa, no te olvides de dedicar el tiempo necesario para lamentarte y reflexionar sobre la bondad de Dios. Entonces, podrás experimentar Su consuelo y esperanza para el futuro.
Dios permite que hoy suframos y lloremos para preparar nuestro corazón para el gozo futuro. (RBC)