«¿Qué habilidades tiene usted?» Esta
pregunta, formulada a un amigo mío en una entrevista laboral, buscaba
determinar si él encajaría en un determinado puesto. De inmediato, pensó en sus
capacidades y talentos, con la esperanza de enfatizar aquellas cualidades
particulares que poseía y que podrían contribuir al éxito de la compañía.
¿Qué pasaría si ya tuviéramos el conjunto de
habilidades requerido para llevar a cabo lo que Dios quiere que hagamos? Bueno,
en realidad… ¡lo tenemos! Los dones espirituales que poseemos, sumados a
nuestras experiencias, capacitación, talento innato y un corazón sumiso
configuran a un individuo único que tiene las habilidades necesarias para las
«buenas obras» que el Señor «preparó de antemano» (Efesios 2:10). Si Dios tiene
algo que quiere realizar y tú sientes que está llamándote para hacerlo, te
proporcionará lo necesario para que completes la tarea. Una traducción de este
texto dice: «Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las
cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás» (Efesios 2:10 ntv). Lo
único que el Señor requiere de cada uno es que «sea hallado fiel» (1 Corintios
4:2).
¿Has hallado un lugar en el servicio de Dios
donde Él pueda utilizarte? Hagamos «bien» y seamos «ricos en buenas obras» (1
Timoteo 6:18).
Los dones son para
usarlos, no para admirarlos. (RBC)