Según Lucas 2:19, María, la madre de Jesús,
guardaba una especie de libro de bebé… pero en su corazón. Atesoraba las
promesas que había recibido en cuanto a su Hijo, «meditándolas en su corazón».
La palabra griega traducida «meditar» significa «colocarlas juntas para
comparar». Los ángeles y los pastores le dijeron cosas maravillosas sobre su
Hijo (1:32; 2:17-18). A medida que la vida del niño fue desarrollándose, ella
probablemente comparaba esas promesas con la forma en que su Hijo actuaba
para cumplirlas.
Nuestra fe se fortalecerá y seremos
estimulados si meditamos en las verdades de las Escrituras sobre Dios y las
comparamos con su obra en nuestra vida (Juan 14:21). El Señor se caracteriza
por contestar nuestras oraciones (1 Juan 5:14-15), consolarnos cuando sufrimos
(2 Corintios 1:3-4) y suplir nuestras necesidades (Filipenses 4:19).
Cuando dediquemos un tiempo para reflexionar,
veremos cuán fiel es nuestro maravilloso Dios.
Dios ofrece mediante
promesas lo que nosotros podemos aceptar por fe. (RBC)