¿Has estado enfermo? ¿Perdiste a un ser
amado? ¿Estuviste preso? ¿Te trataron mal? En todas nuestras pruebas e incluso
de los momentos más oscuros, Dios promete sacar algo bueno (Santiago 1:2-4).
Esto ocurre especialmente cuando compartimos con aquellos que ahora atraviesan
pruebas el consuelo que Él nos brindó.
Como señala Pablo en 2 Corintios 1:3-7, somos
consolados por un Salvador que conoce nuestras angustias y a quien honramos
cuando transmitimos su consuelo para tranquilizar a otros.
Nunca dejemos que otra persona sufra sola. Si
conocemos el sendero que otro está atravesando, Dios nos ayudará a guiarlo a su
presencia: el consuelo más seguro de todos.
Dios nos consuela
para que podamos consolar a otros. (RBC)