Hay que reconocer que la satisfacción o contentamiento
es un tema difícil de digerir. Vivimos en un mundo que alimenta nuestro deseo
de tener cada vez más… hasta que descubrimos que es prácticamente imposible que
algo nos satisfaga por completo. Pero esto no es nuevo. El libro de Hebreos
trata sobre este asunto y declara: «Sean vuestras costumbres sin avaricia,
contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te
dejaré» (13:5). El único remedio para el corazón insaciable es la satisfacción
que se encuentra en la presencia del Dios viviente. Él suple con suficiencia
nuestras necesidades y anhelos, y es el único que puede brindarnos la paz y el
contentamiento que nunca hallaremos en las cosas que perseguimos en esta vida.
¿Casi satisfecho? No existe tal cosa. Solo en
Cristo podemos conocer la satisfacción verdadera.
El contentamiento no
es conseguir lo que queremos, sino estar satisfechos con lo que tenemos. (RBC)