Gold amaba y admiraba a su abuela, y el
recuerdo de ella fue lo que lo impulsó a reunirse con otras personas ancianas y
aprender de ellas. Comenta que, mientras se dirigía a una de sus entrevistas,
se perdió en un camino polvoriento y rural en Missouri. Cuando se detuvo en una
granja para pedir indicaciones, un joven se le acercó, escuchó, se encogió de
hombros y, después, respondió: «No sé». Entonces, siguió conduciendo. Unos
kilómetros más adelante, volvió a detenerse en una granja. El granjero, un
hombre anciano, bondadosamente le indicó sin ningún error el camino.
Tal vez, reflexionó Gold, esa experiencia
resuma lo que él estaba investigando cuando el recuerdo de su abuela lo impulsó
a salir a encontrar personas como ella. Buscaba a alguien que lo guiara en el camino
de la vida.
Si eres «joven», busca personas mayores que
hayan experimentado en profundidad el amor y la bondad de Dios a lo largo de su
vida, ya que tienen la sabiduría necesaria que te ayudará para que tú también
puedas crecer y madurar en la fe (Salmo 92:12-14).
La comunión con Dios
es el secreto de dar fruto para Él. (RBC)