A
veces, esto se traslada a nuestra vida espiritual. Algunos luchan con aceptar
que la salvación sea un regalo, y quieren hacer algo para ganarla. El problema
es que nadie dispone de lo suficiente para hacerlo. El precio de la salvación
es la perfección (Mateo 19:21), y Jesús es el único que pudo pagarlo (Romanos
5:18). A todos los que tienen sed, promete darles «gratuitamente de la fuente
del agua de la vida» (Apocalipsis 21:6).
Algunas personas tratan de
comprar el agua viva de la salvación con buenas obras y donaciones caritativas.
Aunque Dios valora estas formas de servicio espiritual, no son lo que Él
requiere para perdonar nuestro pecado. Jesús ya pagó el precio al morir en
nuestro lugar, y ofrece apagar nuestra sed espiritual cuando bebemos
gratuitamente de la fuente divina que nunca se seca.
Dios
es la única fuente que puede satisfacer la sed del alma. (RBC)