Hace poco, vi un anuncio de una marca
de ropa para jóvenes. Muestra un pantalón vaquero y todos los accesorios
diseñados para combinar con él. Esto no tiene nada de novedoso. Sin embargo, lo
que me llamó la atención fue el nombre de esta línea de vestimenta: «Religión
verdadera». Hizo que me detuviera a pensar. ¿Por qué escogieron ese nombre? ¿Es
que no llego a interpretar algún significado más profundo? ¿Qué relación hay
entre una marca de pantalones y la religión verdadera? ¿Qué quieren trasmitir
con ese nombre? Mis reflexiones me dejaron con interrogantes sin respuestas.
Doy gracias de que el libro de Santiago
es claro cuando describe la religión o la fe verdaderas: «La religión pura y
sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las
viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo» (1:27). ¡Qué
concepto tan estimulante! La «religión verdadera», la fe genuina, es una
expresión de nuestra comunión con Dios. Una prueba de nuestra identidad en
Cristo es la forma en que nos ocupamos los unos de los otros, para extender una
mano al más débil y vulnerable, a aquellos que necesitan más ayuda.
La religión verdadera no es una ropa
que se pone y se quita, sino un noble desafío sobre cómo vivir delante de un
Dios santo y de los demás.