¿Es posible que los avances
tecnológicos en las comunicaciones nos hayan incapacitado para confrontar
adecuadamente a las personas? Después de todo, los empleadores pueden enviar
notificaciones de despido mediante un correo electrónico. Y la gente puede criticar
a los demás en Facebook y Twitter en vez de decirlo cara a cara. Quizá sería
bueno dejar todo eso de lado e imitar a Pablo cuando se comunicó con Pedro
después de haber tenido un desacuerdo.
Pablo tuvo que confrontar a Pedro
porque este había puesto en peligro la gracia (Gálatas 2:11-16). Pedro había
estado compartiendo con los gentiles, pero, cuando llegaron los judaizantes
(que profesaban que los pecadores eran salvos por creer en Jesús y, además, por
cumplir la ley de Moisés), se alejó de ellos. Los marginó, aunque decía ser uno
con ellos. Al ver esa hipocresía, Pablo, con amor y vehemencia, confrontó a
Pedro porque se había acobardado ante un sistema legalista que carecía de poder
para cambiar vidas. Enérgicamente, le recordó que la gracia lleva a la libertad
de la esclavitud del pecado y a la obediencia a Dios.
Tener conversaciones valientes con
otros creyentes puede ser difícil, pero fomentan la pureza y la unidad. Podemos
cumplir con nuestra responsabilidad mutua de hablar la verdad en amor (Efesios
4:15) al andar en el poder del Espíritu Santo.