Cuando los israelitas volvieron del exilio en
Babilonia, su apetito espiritual estaba debilitado, ya que se habían alejado de
Dios y sus caminos. Para que la gente recuperara la salud espiritual, Nehemías
organizó un seminario bíblico, y Esdras fue el maestro.
Esdras leyó del libro de la ley de Moisés
desde el amanecer hasta el mediodía, para alimentar al pueblo con la verdad de
Dios (Nehemías 8:3), y todos escucharon atentamente. Es más, su apetito por la
Palabra de Dios se despertó de tal manera que los jefes de familia, los
sacerdotes y los levitas se reunieron al día siguiente con Esdras para estudiar
la ley de manera más detallada, porque querían entenderla mejor (v. 13).
Cuando nos sentimos separados de Dios o
espiritualmente débiles, podemos hallar alimento espiritual en su Palabra.
«Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada,
para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:2). Pídele al Señor
que renueve tu deseo de tener comunión con Él, y empieza a alimentar tu
corazón, alma y mente en su Palabra.
Al alimentarnos de la
Palabra de Dios, nos mantenemos fuertes y saludables. (RBC)