Cuando
los demás sufren y queremos ayudar, es bueno recordar la imagen que describió
Pablo del «Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo», como el «Padre de
misericordias y Dios de toda consolación» (2 Corintios 1:3). Nuestro Padre
celestial es la fuente suprema de toda misericordia tierna, palabra amable y
acción servicial que brinde aliento y sanidad. El erudito bíblico W. E. Vine
dice que paraklesis, la palabra griega traducida «consolación», significa «un
llamado a estar junto a otra persona». Estas palabras de consuelo aparecen
varias veces en la Escritura como un recordatorio de que el Señor nos mantiene
cerca y nos invita a aferrarnos a Él.
Así
como el Señor nos envuelve con sus brazos amorosos, nosotros también podemos
abrazar a los demás con «la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios» (v. 4).
Dios
nos consuela para que podamos consolar a otros. (RBC)