Al
igual que esos inversionistas nerviosos, como seguidores de Jesús, a veces el
temor puede paralizarnos tras una «caída» en nuestra vida, y no sabemos cómo
reponernos y seguir adelante. Quizá incluso pasemos el resto de la vida
esperando un «momento Markowitz», cuando una gran idea o acción nos ayude a
recuperarnos de un fracaso anterior.
Olvidamos
que Jesús ya obró a nuestro favor. Cubrió nuestra vergüenza y nos liberó para
relacionarnos con Dios y servirlo diariamente. Como nos dio vida y se levantó
de entre los muertos, cuando caemos, podemos levantarnos con Él, porque «se
deleita en misericordia» (Miqueas 7:8, 18).
Nuestra
eternidad comienza cuando encontramos a Jesús. El Señor camina junto a nosotros
para poder transformarnos en las personas que anhelamos ser y para lo cual nos
diseñó.
Levanta
la mirada desde tu fracaso y verás a Dios, listo para recibirte. (RBC)