A pesar de tener su propio hábitat marino,
debe salir a la superficie para tomar aire de tanto en tanto o se muere. Aunque
no conoce mucho el mundo de arriba, necesita un contacto vital con él para
sobrevivir.
A veces, me siento como esa ballena, tomando
aire espiritual en intervalos regulares para mantenerme con vida. Pero no hay
una división clara entre lo natural y lo sobrenatural. Lo que hago como
cristiano (orar, adorar, demostrar el amor de Dios al enfermo, al necesitado y
al preso) es tanto sobrenatural como natural.
El mismo Dios que creó el mundo visible, lo
sustenta activamente, y abrió un camino para acercarnos a Él, el Invisible.
Pablo escribió: «Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y
enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne, por medio de la muerte (Colosenses 1:21-22).
Todas nuestras acciones ocurren en el mundo
visible, que podemos tocar, oler y ver. Sin embargo, el Creador ha
proporcionado una manera de respirar el aire espiritual que necesitamos y
anhelamos.
Los hijos de Dios
siempre pueden acceder a su trono. (RBC)