Es posible tener un nuevo comienzo.
Solo pregúntale a Bernardo, un joven que se unió a una pandilla en la escuela
primaria. A los doce años, se fue de la casa, y hasta los quince, estuvo
perdido en robos y drogadicción. Aunque dejó la pandilla y volvió a su casa, le
resultó difícil porque lo habían expulsado de la escuela por vender drogas. Sin
embargo, cuando se inscribió en otra escuela secundaria, un profesor lo alentó
para que escribiera sobre sus experiencias, en lugar de repetirlas. El muchacho
aceptó el desafío y ahora está experimentando un nuevo comienzo.
A través del profeta Isaías, Dios
también alentó a los exiliados judíos a empezar de nuevo: «No os acordéis de
las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas» (Isaías 43:18).
Les dijo que dejaran de pensar en su castigo e incluso en su despliegue de
poder en el primer éxodo de Egipto, ya que deseaba que se concentraran en Él,
quien les daría un nuevo comienzo al llevarlos de regreso de Babilonia a su
tierra en un nuevo éxodo (v. 19).
Con Dios, los nuevos comienzos son
posibles en nuestro corazón. El Señor puede ayudarnos a dejar atrás el pasado y
empezar a aferrarnos a Él. La comunión con Dios brinda una esperanza renovada a
todos los que confían en Él.