A la gente le encanta coleccionar
cosas: desde fotos de deportistas hasta estampillas y monedas. Y aunque esta
actividad puede ser un pasatiempo divertido, da que pensar que cuando dejemos
este mundo, todo lo que tenemos se convertirá en parte de la colección de otra
persona. ¿De qué vale haber recolectado mucho en la tierra, pero poco o nada
para la eternidad?
Jesús tenía algo que decir sobre esto.
Hablándoles a Sus discípulos, dijo: «… haceos tesoros en el cielo, donde ni la
pollita ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan» (Mateo
6:20).
Los tesoros eternos nunca pierden
valor; jamás se echan a perder ni son robados. Y sólo piensa en esto: ¡podemos
de verdad acumularlos! ¿Cómo? Mediante actos de servicio; guiando a otras
personas a Jesús; siendo compasivos con los necesitados; viviendo según la
voluntad y los caminos del Señor. En el Evangelio de Marcos, leemos que Jesús
probó el corazón del joven rico, cuando le pidió que vendiera todo lo que
tenía, que les diera el dinero a los pobres y que lo siguiera. La respuesta del
joven reveló lo que él realmente valoraba (10:21-22).
Es fácil enamorarse de cosas terrenales; sin embargo, cuando decides seguir a Jesús, Él te mostrará el gozo de coleccionar tesoros celestiales. ¡No hay nada en la tierra que se le compare!
Es fácil enamorarse de cosas terrenales; sin embargo, cuando decides seguir a Jesús, Él te mostrará el gozo de coleccionar tesoros celestiales. ¡No hay nada en la tierra que se le compare!
Aférrate a lo eterno y sujeta apenas lo temporal. (RBC)