Fanny Crosby perdió la vista cuando era
niña. Aun así y de manera asombrosa, se convirtió en una de las escritoras más
famosas de himnos cristianos. Durante su larga vida, escribió más de 9.000
himnos. Entre ellos, se encuentran algunos de los favoritos de todos los
tiempos, como «Esta es mi historia» y «A Dios sea la gloria».
Algunos sentían mucha pena por ella. Un
predicador bien intencionado le dijo: «Pienso que es una gran pena que el Señor
no te haya dado la vista, ya que ha derramado sobre ti tantos otros talentos».
Resulta difícil de creer, pero ella respondió: «¿Sabe que si al nacer hubiese
podido pedir algo, habría pedido nacer ciega? […] porque al llegar al cielo, el
primer rostro que mis ojos verían gozosos sería el de mi Salvador».
Fanny veía la vida desde una
perspectiva eterna. Nuestros problemas lucen distintos en vista de la
eternidad: «Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada
vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se
ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las
que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:17-18).
¡Todas nuestras pruebas palidecen
cuando recordamos ese día glorioso en que veremos a Jesús!