En junio de 2012, un incendio en el cañón
Waldo destruyó 346 casas en Colorado Springs, Estados Unidos, y quemó más de 70
km2 (18.000 acres) de bosques. Se declaró que el fuego estaba totalmente
controlado cuando se construyeron líneas perimetrales en toda el área. Se lo
redujo a una zona definida hasta que pudo extinguirse por completo. Un bombero
advirtió a los residentes sobre la posibilidad de seguir viendo humo porque,
aunque el fuego estaba contenido, «no está controlado ni apagado».
Cuando nuestro mundo es sacudido por
acontecimientos trágicos y actos malvados, anhelamos el día cuando el mal sea
finalmente destruido, Dios ponga fin a la historia y establezca su reino. No
obstante, hasta entonces, el Señor nos da su gracia para que vivamos con fe y
propósito mientras esperamos su venida. En Hebreos 10, se nos insta a
acercarnos a Dios con corazones sinceros (v. 22), asirnos de la esperanza
que profesamos (v. 23), estimularnos mutuamente al amor y las buenas obras (v.
24) y seguir reuniéndonos para alentarnos, «tanto más, cuanto [vemos] que aquel
día se acerca» (v. 25).
Hasta que Dios extinga para siempre las
llamas del mal, nos da su gracia y fortaleza para soportar las pruebas de la
vida, mientras aguardamos con ansia su regreso.