Muchos basamos nuestras decisiones
diarias en las probabilidades. Si hay un veinte por ciento de probabilidad de
lluvia, quizá la ignoramos. Si el porcentaje es noventa, llevamos un paraguas.
Cuanto mayor es la probabilidad, más nos afecta, porque queremos decidir
sabiamente y acertar.
Hechos 12:1-6 describe una situación en
la que Pedro tenía muy pocas probabilidades de salir con vida. Estaba preso
«entre dos soldados, sujeto con dos cadenas» (v. 6). Herodes ya había ejecutado
a Jacobo, uno de los seguidores más cercanos de Jesús, y tenía en mente el
mismo destino para él (vv. 1-3). Un jugador no habría apostado nada a que
Pedro saliera con vida.
Sin embargo, el plan de Dios incluía
liberarlo de manera milagrosa, lo cual le resultaría difícil de creer aun a
aquellos que intercedían a su favor (vv. 13-16). Quedaron pasmados cuando Pedro
apareció donde se habían reunido a orar.
Dios puede actuar más allá de las
probabilidades porque es todopoderoso. Nada es demasiado difícil para Él. Aquel
que nos ama y se entregó por nosotros se encarga de nuestra vida. En
circunstancias comunes y situaciones imposibles, Dios puede revelar su poder.
Ya sea que el éxito sobreabunde o que la angustia nos envuelva, el Señor está a
nuestro lado.