Cuando el espacio aéreo en los Estados
Unidos se cerró después del ataque del 11 de septiembre de 2001, los aviones
tenían que aterrizar en el aeropuerto más cercano que se pudiera. Casi 40
aeronaves aterrizaron en Gander, Newfoundland. De pronto, esta pequeña
comunidad canadiense casi duplicó su tamaño cuando llegaron miles de pasajeros
horrorizados. Las familias ofrecieron sus hogares y los funcionarios
convirtieron las escuelas, los hoteles, las iglesias y los auditorios en
lugares para hospedarse. Los pasajeros que no podían volver a su casa quedaron
pasmados ante la generosidad y amabilidad de la gente.
Los habitantes de Gander demostraron la
clase de amor que se describe en Hebreos 13: «No os olvidéis de la
hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (v. 2).
Es probable que esto se refiriera a Abraham cuando agasajó a los tres varones
que fueron a decirle que pronto tendría un hijo (Génesis 18:1-16). Dos de esos
«varones» eran ángeles, y uno era el Ángel del Señor. El comentarista bíblico
F. F. Bruce dice de Abraham: «Entre los judíos, Abraham se destacó por su
hospitalidad como así también por sus otras virtudes; un verdadero hijo de
Abraham también debe ser hospitalario».
Dios llama a los creyentes a demostrar
su amor y gratitud hacia Él mediante sus buenas obras de hospitalidad y
compasión.
El amor como el de Cristo se ve en las buenas obras. (RBC)