En su carta a los
filipenses, el apóstol Pablo llamó a adoptar un enfoque similar en relación a
la vida de fe: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que
está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús» (3:13-14).
Si bien es sabio
aprender de las experiencias pasadas, no debemos vivir en el pasado. Es
imposible modificar o deshacer lo que ya sucedió, pero, por la gracia de Dios,
podemos seguir avanzando y servir fielmente al Señor hoy y en el futuro. La
vida de fe es una travesía que progresa a medida que nos asemejemos más a
Cristo.
Iré adonde sea… con
tal que sea hacia adelante. (RBC)