Al regresar a casa, nos detuvimos para darnos un chapuzón en una laguna bastante diferente. El agua era cálida y olía a estancada. Contrastaba tremendamente con la otra corriente tan rápida y estimulante” (D.F. – escritor americano).
El profeta Amós utilizó la metáfora de una corriente de aguas para ilustrar el poder transformador de la justicia. Consternado ante los rituales religiosos y sin vida de Israel, y la explotación que hacían de los pobres (Amós 2:6-8; 5:21-27), clamó para que se impusieran el juicio y la justicia. Observó que el pueblo de Dios estaba atascado en la laguna estancada de la injusticia hacia los demás, cuando lo que necesitaban era una vida signada por «la justicia como impetuoso arroyo».
Asimismo, Dios desea que nosotros permitamos que el juicio brote de nuestras vidas y «corra […] como las aguas». Una forma de hacerlo es luchar para que haya leyes justas y abogar por el cuidado bondadoso de los pobres. Procuremos ser parte del impetuoso arroyo de la justicia de Dios hasta que Cristo vuelva.
La justicia aparece cuando la verdad se pone en acción. (RBC)