Después, cuando esas mujeres
caminan por el escenario para reunirse con sus compañeras, el antiguo yo se
pone en evidencia. La mayoría no sabe cómo caminar con zapatos nuevos. Aunque lucen
elegantes, su andar tosco las descubre. La transformación es incompleta.
Lo mismo sucede con nuestra vida
cristiana. Dios obra en nosotros para darnos un nuevo comienzo, pero andar en
Sus caminos (Deuteronomio 11:22) requiere tiempo, esfuerzo y mucha práctica. Si
simplemente nos quedamos de pie y sonreímos, podemos parecer transformados,
pero nuestra manera de andar revela hasta qué punto el cambio es real. Ser
cambiados significa abandonar nuestra antigua manera de vivir y aprender a
andar por un camino nuevo (Romanos 6:4).
El cambio
de conducta empieza con la transformación del corazón. (RBC)