Por el contrario, el Antiguo Testamento cita a Dios haciendo numerosas promesas. A David, le prometió: «… yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino» (2 Samuel 7:12-13, énfasis agregado). No hay incertidumbre en esas palabras. Reconociendo la fidelidad de Dios a Sus promesas, el rey Salomón expresa en su oración de dedicación del templo: «… has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido…» (2 Crónicas 6:15). Siglos más tarde, el apóstol Pablo dijo que todas las promesas de Dios son «sí» en Cristo (2 Corintios 1:20).
En un mundo de incertidumbre, nuestra confianza está puesta en un Dios fiel que siempre cumple lo que promete.
La fe reconoce que Dios siempre cumple lo que promete. (RBC)