Dentro del juzgado, Leslie se presentó ante el juez, escuchó el veredicto y firmó los documentos legales, pero Dios todavía no le había respondido.
Mientras caminaba hacia su automóvil, un camión se detuvo al lado de ella. «Señora —dijo el conductor—, escuché su testimonio en el juzgado, y creo que Dios quiere que la ayude». Y así lo hizo. Gary ayudó a Leslie a contactarse con una mujerl que pudo intervenir entre las partes para anular la causa y permitir que ella y sus hijas regresaran a su casa.
Cuando la gente pregunta «¿dónde está Dios?», la respuesta es «aquí mismo». Una de las formas en que el Señor obra es a través de creyentes como Gary que continúan la tarea que comenzó Jesús: sanar a los quebrantados de corazón y vendar sus heridas (Salmo 147:3).
Cuando amamos a Dios, servimos a la gente. (RBC)