Esta tierna historia
del nuevo papel de Marcos me recuerda a Pablo, cuando se comparó con una
madre amorosa, al ocuparse de los creyentes en Tesalónica: «Antes fuimos tiernos
entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos» (1
Tesalonicenses 2:7).
Pablo adoptaba la actitud de una nodriza
cuando le enseñaba a la gente. Sabía que los creyentes necesitaban «la leche»
de la Palabra de Dios para crecer espiritualmente
(1 Pedro 2:2), pero también prestaba especial atención a las necesidades de
aquellos a quienes cuidaba: «… sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos,
exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que
anduvieseis como es digno de Dios» (1 Tesalonicenses 2:11-12).
Al servirnos unos a otros, hagámoslo con el cuidado tierno y amoroso de nuestro Salvador,
estimulándonos en nuestra travesía espiritual (Hebreos 10:24).
Dios derrama su amor
en nuestro corazón para que fluya hacia los demás. (RBC)